Navarra es una región con una rica historia y una identidad muy arraigada. Desde la Edad Media, Navarra fue un reino independiente con sus propias leyes y costumbres. Durante siglos, la región tuvo una historia agitada, luchando por mantener su independencia frente a las ambiciones de los reyes de Castilla y Aragón.
En el siglo XIX, Navarra se integró en el Reino de España, pero mantuvo ciertos privilegios y autonomía. Sin embargo, durante la dictadura de Primo de Rivera, estos privilegios fueron suprimidos y la región perdió gran parte de su autonomía.
En este contexto de pérdida de autonomía, en 1932 se aprobó el Estatuto de Autonomía de Navarra, una ley que restituía a la región parte de sus antiguos privilegios y le otorgaba cierta autonomía política.
El Estatuto de Autonomía de Navarra de 1932 establecía la creación de un Gobierno de Navarra, compuesto por un presidente y un parlamento autonómico. Este Gobierno tendría competencias en áreas como la educación, la sanidad y la cultura.
Además, el Estatuto reconocía a Navarra como una entidad foral, lo que significaba que la región mantenía ciertos privilegios fiscales y administrativos, así como la posibilidad de legislar en determinadas materias.
La aprobación del Estatuto de Autonomía de Navarra de 1932 supuso un hito en la historia de la región, ya que le devolvió parte de su autonomía perdida. Sin embargo, esta autonomía fue efímera, ya que con el estallido de la Guerra Civil en 1936, Navarra se vio inmersa en un conflicto que acabaría con la victoria de las fuerzas franquistas y la abolición de todo vestigio de autonomía.
Tras la Guerra Civil, Navarra fue integrada en el régimen franquista, perdiendo toda posibilidad de recuperar su autonomía. No fue hasta la Transición democrática, en la década de 1970, que la región volvería a obtener un Estatuto de Autonomía, en el que se reconocían sus particularidades regionales y su derecho a la autonomía política.
El Estatuto de Autonomía de Navarra de 1932 fue un intento de devolver a la región parte de la autonomía perdida durante la dictadura de Primo de Rivera. Aunque efímera, esta autonomía supuso un paso importante en la historia de Navarra y sentó las bases para la recuperación de su autonomía en la Transición democrática.